La OMS definió la osteoporosis como una enfermedad esquelética sistémica caracterizada por una baja masa ósea, el deterioro de la microarquitectura del tejido óseo, el consiguiente aumento de la fragilidad ósea y la susceptibilidad a las fracturas.

Existen varios tipos, que se pueden clasificar en dos grupos: osteoporosis primaria y secundaria. La osteoporosis primaria incluye la osteoporosis idiopática que ocurre en niños y adultos jóvenes y la osteoporosis involutiva afecta tanto a hombres como a mujeres y está más relacionada con el envejecimiento. La osteoporosis involutiva se divide en osteoporosis tipo I o posmenopáusica, que afecta principalmente a mujeres entre 51 y 75 años y se caracteriza por una rápida pérdida ósea y la osteoporosis tipo II o senil ocurre en personas mayores de 75 años y se caracteriza por una pérdida de hueso que resulta del envejecimiento. La osteoporosis secundaria representa menos del 5% de todos los casos de osteoporosis y es consecuencia de una enfermedad o del uso de medicamentos. Entre todas ellas, el tipo de osteoporosis más frecuente es la osteoporosis posmenopáusica, que está relacionada con dos condiciones: la menopausia y el envejecimiento.

         Controlar niveles de Vitamina D, Parathormona (PTH) y Calcio son esenciales debido a su función en proporcionar resistencia física al hueso, como también prevenir y poder realizar tratamiento a tiempo.

Fuente: Review “Current Status of the Diagnosis and Management of Osteoporosis” – International Journal of Molecular Sciences

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